sábado, 9 de julio de 2016

Meditación del amor




Nos sentamos en una postura cómoda con la espalda recta y todo el cuerpo en un estado de vigilancia pero relajado.
Dedicamos unos minutos a relajar la mente, cerramos los ojos y hacemos una respiración larga y profunda y, lentamente, vamos soltando el aire.
Hacemos tres respiraciones más como esta. Y después respiramos con normalidad, pero centrando nuestra mente en la respiración.
Llevamos nuestra atención al centro del pecho, al chakra del corazón, y sentimos la paz que siente nuestro corazón sentimos las costillas como bajan y suben,  bajan y suben con la respiración.
Cada vez que aspiramos traemos hacia nosotros la bondad del universo y cuando espiramos devolvemos amor y gratitud como compensación.
Nos centraremos en alguien que nos haya dado mucha amabilidad, los budistas piensan en sus madres.
Meditan sobre la inconmensurable bondad cuando estabais en su vientre, a través del dolor del nacimiento, así como sobre el modo en que os cuidaba constantemente con amor y afecto incondicionales. El objeto de nuestra meditación puede ser de cualquier persona que nos haya ayudado mucho en cualquier época de nuestra vida.
Veremos a esa persona con los ojos de la mente. Le enviaremos nuestro amor y gratitud como si fuera un río de luz que quede rodeada. Dejamos que el río fluya alrededor de ella de modo que quede rodeada de dicha luz dorada. Abrimos nuestro corazón a los problemas que sufre y sentimos lo maravilloso que sería si pudiera ser aliviada del sufrimiento y permanecer en un estado de felicidad constante.
Después nos concentramos en alguien que conozcamos poco pero que veamos regularmente. Cualquier dependiente que veamos a diario, algún barrendero que vemos cada mañana. Esta persona hace un trabajo que sin el nuestro día a día sería peor. Enviaremos nuestro amor y gratitud a todas estas personas que hacen que nuestro día a día sea mejor, dejamos que el rio de agua dorada los envuelva y abrimos nuestro corazón a sus sufrimientos y percibimos lo bueno que sería si pudieran ser aliviadas de todo sufrimiento y permanecer en un estado de felicidad constante.
Ahora pensaremos en alguien a quien no queremos. Esta persona como nosotros mismos y aquellos a quien queremos,  puede tener problemas físicos y emocionales. Igual que nosotros puede sentir miedo, sentirse confundida, insegura o sola, y puede desear paz y gozo. Cualquier acto negativo que haga en su vida no está motivado por nosotros, sino por sus dificultades en la vida.
Contemplamos a esta persona en nuestra mente y enviamos nuestro amor y compasión con un rio de luz dorada fluyendo desde nuestro corazón hasta ella envolviéndola con la luz dorada, llena de amor y bondad. Abrimos nuestro corazón a su sufrimiento y sentid lo feliz que sería si pudiera ser aliviada de todos sus problemas y sufrimientos para poder alcanzar la paz.
Ahora nos vemos a nosotros mismos como una de las infinitas criaturas semejantes que sufren y desean la paz al igual que nosotros hacemos. Dejamos que el rio de luz dorada de amor y bondad fluya desde nuestro corazón y los envuelva a todos en un gran abrazo de luz dorada llena de amor y bondad.

Iremos abriendo los ojos poco a poco y estaremos unos minutos relajados.

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