Nos sentamos
en una postura cómoda con la espalda recta y todo el cuerpo en un estado de vigilancia
pero relajado.
Dedicamos
unos minutos a relajar la mente, cerramos los ojos y hacemos una respiración
larga y profunda y, lentamente, vamos soltando el aire.
Hacemos tres
respiraciones más como esta. Y después respiramos con normalidad, pero centrando
nuestra mente en la respiración.
Llevamos
nuestra atención al centro del pecho, al chakra del corazón, y sentimos la paz
que siente nuestro corazón sentimos las costillas como bajan y suben, bajan y suben con la respiración.
Cada vez que
aspiramos traemos hacia nosotros la bondad del universo y cuando espiramos
devolvemos amor y gratitud como compensación.
Nos
centraremos en alguien que nos haya dado mucha amabilidad, los budistas piensan
en sus madres.
Meditan
sobre la inconmensurable bondad cuando estabais en su vientre, a través del
dolor del nacimiento, así como sobre el modo en que os cuidaba constantemente
con amor y afecto incondicionales. El objeto de nuestra meditación puede ser de
cualquier persona que nos haya ayudado mucho en cualquier época de nuestra
vida.
Veremos a
esa persona con los ojos de la mente. Le enviaremos nuestro amor y gratitud
como si fuera un río de luz que quede rodeada. Dejamos que el río fluya
alrededor de ella de modo que quede rodeada de dicha luz dorada. Abrimos
nuestro corazón a los problemas que sufre y sentimos lo maravilloso que sería
si pudiera ser aliviada del sufrimiento y permanecer en un estado de felicidad
constante.
Después nos
concentramos en alguien que conozcamos poco pero que veamos regularmente.
Cualquier dependiente que veamos a diario, algún barrendero que vemos cada
mañana. Esta persona hace un trabajo que sin el nuestro día a día sería peor.
Enviaremos nuestro amor y gratitud a todas estas personas que hacen que nuestro
día a día sea mejor, dejamos que el rio de agua dorada los envuelva y abrimos
nuestro corazón a sus sufrimientos y percibimos lo bueno que sería si pudieran
ser aliviadas de todo sufrimiento y permanecer en un estado de felicidad
constante.
Ahora
pensaremos en alguien a quien no queremos. Esta persona como nosotros mismos y
aquellos a quien queremos, puede tener
problemas físicos y emocionales. Igual que nosotros puede sentir miedo,
sentirse confundida, insegura o sola, y puede desear paz y gozo. Cualquier acto
negativo que haga en su vida no está motivado por nosotros, sino por sus
dificultades en la vida.
Contemplamos
a esta persona en nuestra mente y enviamos nuestro amor y compasión con un rio
de luz dorada fluyendo desde nuestro corazón hasta ella envolviéndola con la
luz dorada, llena de amor y bondad. Abrimos nuestro corazón a su sufrimiento y
sentid lo feliz que sería si pudiera ser aliviada de todos sus problemas y
sufrimientos para poder alcanzar la paz.
Ahora nos
vemos a nosotros mismos como una de las infinitas criaturas semejantes que
sufren y desean la paz al igual que nosotros hacemos. Dejamos que el rio de luz
dorada de amor y bondad fluya desde nuestro corazón y los envuelva a todos en
un gran abrazo de luz dorada llena de amor y bondad.
Iremos
abriendo los ojos poco a poco y estaremos unos minutos relajados.
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